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No se trata de una ocurrencia o una pregunta retórica. Es un planteamiento serio y pertinente alrededor de una realidad tangible. La respuesta, si bien puede parecer evidente, puede apuntar en muy diferente dirección, dependiendo de la naturaleza de la crisis y de las condiciones bajo las cuales se encontraba la Banca al entrar en ella.
Primero respecto a la naturaleza de la crisis. Desde que comenzó a perfilarse, ésta mostraba su carácter cada vez más financiero, pero en una estrecha conexión con el mercado inmobiliario estadounidense. Por la importancia del huésped, la magnitud del impacto fue ampliándose hasta alcanzar grandes dimensiones y afectó muy diversos ámbitos. Sin embargo, en México no se presentó un binomio de crisis financiera – inmobiliaria, lo cual resultó muy positivo.
Luego, sobre el estatus de la Banca en México. Dentro de la gravedad, afortunadamente en esta ocasión la Banca se encontraba en condiciones radicalmente distintas a como lo estaba, por ejemplo, en la crisis de 1995. Por esa razón, ahora no intervinieron factores como una débil capitalización o el deterioro de la calidad de la cartera, los cuales sí formaban parte central de las características de aquella ocasión.
Como puede verse, pregunta y respuesta no eran triviales. Con todo, se produjo una severa contracción del PIB de hasta 6.54% en 2009 y de casi 10% específicamente en el segundo trimestre, siendo éste el punto más intenso en el año. Hacia el cierre de 2009, pero especialmente en 2010, la situación ha cambiado radicalmente. Ahora los números tienen un carácter eminentemente positivo. Esto no significa que se hayan superado los problemas o que se recuperaron los niveles de empleo o actividad previos, puesto que toda contracción tiene implícito cierto grado de rezago. Pese a este entorno complicado, la fortaleza de las instituciones financieras en México ha sido clave para amortiguar (y en muchos casos evitar) los peores efectos de la crisis.
La desaceleración en el financiamiento ha sido innegable, aunque cabe insistir -como señalamos en el anuario del año pasado- que en México se trata de un proceso de más largo aliento y que ya que se venía presentando desde tiempo atrás, en razón de los niveles extraordinarios de dinamismo que había mostrado. A mediados de 2009 finalmente se cruzaría el umbral y el financiamiento registró un comportamiento negativo, pero todo indica que esto comienza a cambiar, como ya veremos más delante.