La oportuna lectura de las recientes señales de alerta y lo aprendido durante la crisis de 1994-1995 se combinan para lograr algo que ofrecía un alto grado de dificultad: seguir expandiendo el crédito y al mismo tiempo contener el aumento de la morosidad. Diversas voces de analistas, incluida la de quien escribe, señalaban que resultaba “natural” cierto deterioro de la cartera, especialmente si el avance crediticio se realizaba a gran velocidad, tal como venía ocurriendo en los últimos años. Afortunadamente, los indicios de deterioro van controlándose y el rumbo es más promisorio.
Se ha podido contener e incluso revertir ligeramente la expansión de la cartera vencida, sin que por ello haya sido preciso entorpecer o paralizar operativamente a la Banca. La intermediación financiera registra un avance continuado –símbolo inequívoco de modernización- y con ello crece la contribución productiva de la actividad bancaria, lo que se refleja en una mayor proporción de los Servicios Financieros en el PIB (Gráfica1).
Esa contribución de los Servicios Financieros alcanza 16.7% en 2007, nuevo nivel récord de los últimos años. Tal cifra representa un aumento de 2.4 puntos porcentuales, comparada con la del año 2000 (14.3%), cuando se registró la proporción más baja de los últimos años. No es menor esta ganancia en la contribución de los Servicios Financieros. Su magnitud equivale a la totalidad del PIB que aporta, por ejemplo, la Fabricación de Maquinaria y Equipo, una industria considerada clave en la manufactura1.
1 Los cálculos toman como referencia la base 1993. La nueva base (2003) implicó una profunda revisión contable y metodológica, por lo que la estructura sectorial del PIB presenta cambios sustanciales y no permite una comparación de más largo plazo (la nueva base inicia en 2003) Tomando esto en cuenta, aunque las magnitudes de las dos mediciones son muy diferentes, la contribución de los Servicios Financieros mantiene su tendencia ascendente.