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pública en vivienda se incrementó 60% en términos reales, mientras que en ese mismo lapso se otorgaron más de 140 mil créditos a la vivienda por parte del sector público, lo que representa un incremento de 30%.
Es alentador ver que el crédito bancario avance, ya que algunas de las alternativas de financiamiento a las que actualmente se sigue recurriendo son meros paliativos temporales. Especialmente esto sucede con el crédito de proveedores que -sin menospreciarlo, porque tiene un ámbito útil de acción- tiene serias limitantes como fórmula de financiamiento de largo aliento.
Veamos un sencillo ejemplo, íntimamente relacionado con la competitividad, tema por demás relevante en la agenda nacional: Una empresa de investigación –tecnología, laboratorio, cualquiera que sea- es un proveedor de conocimientos ¿Acaso ese tipo de empresa nos dará como proveedor crédito durante, digamos los varios años que puede tardar en madurar un proyecto de investigación? La respuesta inmediata es: no. Desde luego que no, porque para acceder a tecnología o equipos modernos, de ésos que nos permitirían elevar en forma significativa la competitividad de las empresas, se necesitan mecanismos de financiamiento en serio.
En realidad, cuando se habla de crédito de proveedores, estamos utilizando un eufemismo para referirnos a capital de trabajo, que por definición es de corto plazo, y que además en el caso de los proveedores -dicho sea de paso- es inflexible. Sólo el capital de trabajo proveniente del financiamiento es flexible, porque se refiere a un poder de compra para adquirir todo lo necesario para el proceso productivo y no solamente crédito en especie como el que puede proporcionar el proveedor. Todo proveedor, provee –valga la redundancia- mercancías, insumos, servicios y otras cosas, pero no el efectivo necesario para enfrentar cambios inesperados en el proceso productivo o los gastos cotidianos, como el pago del servicio telefónico, eléctrico, una campaña de publicidad, pago de impuestos y muchas más etcéteras.
Si no puede cubrir eso, menos aún puede proporcionar financiamiento de largo aliento para proyectos mayores. Funciona mientras agotamos nuestras reservas de productividad o mientras la maquinaria y el equipo que utilizan las empresas se vuelven obsoletos. Al momento de pretender modernización o requerir una ampliación de la capacidad de la planta productiva nos estará limitando, sobre todo si la espera para que el proyecto madure tarda unos años, como suele ocurrir con los grandes proyectos, justo lo que necesita el país.
No parece quedar duda que parte de nuestra pérdida de competitividad se origina en el rompimiento de algunos de los lazos entre el sector financiero y el resto de la economía. Por ello, es preciso reconocer el sentido de urgencia para que se reactive el crédito a mayores ritmos, porque mientras nosotros, como economía, seguimos sin utilizar de manera más intensa esa palanca de desarrollo, nuestros competidores avanzan en serio. Mientras más estiramos el plazo del crédito de proveedores, más nos acercamos al límite con que esos proveedores
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