Versión estenográfica
Acapulco, Gro., 22 de marzo de 2017
- MODERADORA: Hace uso de la palabra el licenciado Jaime González Aguadé, Presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores.
- JAIME GONZÁLEZ AGUADÉ: Licenciado Enrique Peña Nieto, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos; licenciado Héctor Astudillo Flores, Gobernador el Estado de Guerrero; doctor José Antonio Meade Kuribreña, Secretario de Hacienda y Crédito Público; doctor Agustín Carstens Carstens, Gobernador del Banco de México; licenciado Luis Robles Miaja, Presidente de la Asociación de Bancos de México; y demás miembros del presídium, señoras y señores, muy buenas tardes.
En nuestro día a día, ya sea como autoridades o como intermediarios, como empresarios o como padres de familia, es necesario tener claros al menos dos elementos: el rumbo que llevamos y para qué lo hacemos.
Al inicio de su administración el Presidente Enrique Peña Nieto estableció en el Plan Nacional de Desarrollo el rumbo hacia un México próspero y un México incluyente en el que todos los mexicanos alcancen su máximo potencial.
En este camino de lograr un México próspero e incluyente en el que se cierren las brechas de desigualdad social y se detone el crecimiento económico, el señor Presidente impulsó la Reforma Financiera, una reforma sin precedentes por la cantidad de sectores que involucró, el número de normas que modificó y la cantidad de nuevas facultades que implicó, tanto para las comisiones supervisoras, como para los agentes financieros.
Esta reforma tiene, entre otros objetivos, precisamente que el sistema financiero mexicano contribuya en mayor medida a la inclusión financiera y al crecimiento económico.
Hace un año destacamos el papel que ha jugado la banca como promotora del desarrollo económico; resaltamos con optimismo el crecimiento del financiamiento a individuos y a empresas, y aplaudimos los bajos niveles de cartera vencida. Es decir, platicamos sobre un sector bancario sólido, estable y bien capitalizado, que ha permitido que México sea de los países mejor posicionados para hacer frente a los retos que plantea el contexto internacional actual.
Hoy el sector sigue siendo ejemplo de eficiencia y pilar del crecimiento económico. Al cierre del 2016 la cartera de crédito se expandió a doble dígito, a razón de casi 13 por ciento anual, y la cartera vencida es la más baja que se ha registrado en los últimos 10 años, con un índice de morosidad de apenas 2.1 por ciento.
Es de resaltar que en los últimos cuatro años los activos sujetos a riesgos de la banca han crecido en aproximadamente 35 por ciento, acompañados de una capitalización del sistema que ha permitido mantener los niveles del ICAP por encima de los que demanda la regulación.
Apenas en este mismo periodo la cartera de crédito ha ganado también participación en los activos totales de los bancos, lo que significa que más recursos se están destinando a las actividades productivas del país.
También es de destacar que en la última década la concentración de los activos de los siete bancos más grandes disminuyó, del 88 por ciento, al 79 por ciento, explicado por una mayor participación de los bancos pequeños y medianos, que del 2008 a la fecha mostraron un crecimiento relativo cuatro veces superior al de los bancos grandes.
Esto es sin duda reflejo de un entorno a competencia en el sistema bancario mexicano que se deriva principalmente de la Reforma Financiera y de la entrada de nuevos participantes. Tan sólo en los cuatro años de esta administración se han autorizado nueve nuevas instituciones bancarias y once han iniciado operaciones.
Estos resultados son prueba que la regulación en beneficio del mercado no inhibe en el crecimiento del sector. Al contrario, otorga mayor confianza y certeza para todos los involucrados, a la vez que permite enfrentar momentos de volatilidad.
Dicho en otras palabras, la regulación mexicana ha generado condiciones para el crecimiento y la competencia, y ha probado ser base para el buen desarrollo de nuestro sistema financiero.
Sin embargo, no debemos de perder de vista que hoy estamos frente a un nuevo orden mundial que trae consigo una serie de retos. El entorno internacional es cada vez más complejo, la volatilidad de los mercados persiste y han surgido nuevos escenarios para México, derivados, entre otros, de la administración entrante en los Estados Unidos.
Frente a este nuevo entorno, es necesario redoblar esfuerzos, ser más efectivos y canalizar mejor los recursos para lograr, por un lado, mitigar los riesgos que pueden surgir y, por el otro, alcanzar la meta planteada por el Presidente Enrique Peña Nieto, para que el financiamiento al sector privado represente el 40 por ciento del PIB nacional.
Estaremos atentos a los cambios en la regulación internacional, en el entendido de que las autoridades mexicanas son y serán las que determinen la agenda regulatoria del sistema financiero mexicano, de acuerdo a las necesidades y realidades de nuestro país, y en apego a las mejores políticas internacionales.
Adicionalmente, seguiremos reforzando los ejercicios de estrés para obtener información precisa sobre los cambios en las variables económicas y la resiliencia de los bancos ante ellos. Y, en los casos en que sea necesario, solicitaremos las inyecciones de capital correspondiente, como lo hemos hecho hasta ahora.
Por otro lado, además de la incertidumbre macroeconómica mundial, existe un tema que requiere especial atención, con respecto a la seguridad del sistema bancario que, si bien hemos avanzado en él, no podemos dejar de mencionar. Me refiero a la implementación de los estándares internacionales de lavado de dinero en el quehacer de las instituciones.
La evolución de nuestro país por parte de organismos internacionales, como el de Grupo de Acción Financiera Internacional, GAFI, nos obliga a asumir, con plena responsabilidad, el compromiso de mantener un sistema financiero que no permita la entrada de recursos de procedencia y destino ilícito. Y en estos, los bancos son la primera línea de defensa.
Las recientes reformas a la normatividad en esta materia, fortalece nuestras labores para la identificación de los clientes, para el conocimiento de los beneficiarios reales de los recursos y para la correcta ponderación de riesgos en cada caso, en particular.
Sin embargo, seguramente habrá recomendaciones y mejores prácticas por implementar los resultados de la evaluación de GAFI, las cuales probablemente se traduzcan en cambios adicionales a la regulación.
El compromiso compartido entre autoridades e instituciones, deberá ser adoptar dichas reformas plenamente, teniendo presente, como ya mencioné, que son las propias instituciones el primer frente para el combarte y prevención del lavado de dinero.
Sigamos trabajando en evitar una percepción que nos hace daño como sector, pero también como país.
Resumiendo lo antes expuesto, hoy me atrevo a decir que las bases están puestas, pero falta hacer más para incluir a millones de mexicanos y miles de empresas al sistema financiero. La apuesta está en que la inclusión financiera se traduzca en una mejor calidad de vida para los mexicanos, y no sólo en mejores estadísticas.
Hemos visto en distintos países, que la falta de oportunidades ha incidido en una pérdida de confianza en las instituciones tradicionales, y ha provocado que las personas opten por alternativas que dan esperanzas ficticias sobre el cambio y un mejor futuro.
En México, la banca ha dejado de ser parte del problema para ser parte de la solución. Ahora es tiempo de que asuma un papel proactivo como generador de oportunidades mediante el financiamiento para la innovación y el emprendimiento nacional; que este, a su vez, redunde en un crecimiento económico de más empleos y de mayor inclusión social.
Es cierto, hoy en México existe más crédito y más barato gracias a la Reforma Financiera y a su adopción por parte de las instituciones; sin embargo, todavía existen brechas de inclusión que debería de cerrarse.
Como lo ha dicho el secretario Meade, si bien cada vez son más los mexicanos que están incluidos en el sistema financiero, no se debe descansar en estos esfuerzos hasta que se pueda decir claramente que todos los mexicanos son parte de esa inclusión financiera.
En la Comisión, continuando con nuestros esfuerzos para obtener una mayor información sobre el estado de la inclusión financiera en México, junto con el INEGI, realizamos la Encuesta Nacional de Competitividad, Fuentes de Financiamiento y Uso de Servicios Financieros de las Empresas, ENAFIN, que mide el acceso y uso de los servicios financieros a las empresas que emplean a más de cinco trabajadores.
Los resultados definitivos de la ENAFIN estarán disponibles en los próximos meses; sin embargo, resultados preliminares indican que las empresas que tienen financiamiento formal lo obtienen principalmente de la banca, el resto lo financia a través de proveedores o familiares y amigos, entre otros.
No obstante, de las 4 millones de empresas que existen en el país, sólo 350 mil son atendidas por la banca, y más allá de las empresas que tienen crédito sólo 8 mil capturan a más de la mitad de la cartera comercial.
Por su parte, al revisar el crecimiento de la infraestructura bancaria también observamos sectores no atendidos. En los últimos seis años el número de cajeros automáticos de las terminales punto de venta y de las sucursales aumentaron en el país.
No obstante llama la atención que todavía 24 por ciento de los municipios no cuenta con la infraestructura bancaria, y de los municipios que sí tienen infraestructura uno de cada cinco tiene menos de 5 puntos de acceso por cada 10 mil adultos.
Por otro lado, en las 1.4 millones de manzanas más pobladas del país existen menos de 20 mil con cajeros automáticos, y al realizar un análisis especial de la ubicación de cajeros a nivel manzana, resulta que uno de cada cuatro cajeros a nivel nacional se ubica en manzanas donde ya existen al menos otros cinco cajeros.
De lo anterior se desprende que hace falta infraestructura bancaria en algunas partes del país, y que la existe está concentrada en ciertos lugares, esto en emérito de la eficiencia del sistema y de la posibilidad en la inclusión financiera.
Hoy la regulación facilita la expansión y eficiencia del sistema y seguiremos trabajando en los cambios que sean necesarios en este sentido.
En lo que respecta al quehacer de la Comisión, hemos hecho cambios para ser más eficientes. A partir del 2014 modificamos nuestros procesos para implementar una supervisión basada en riesgos, que nos permite concentrar esfuerzos en aquellas instituciones u operaciones que así lo ameriten.
Este nuevo método no sólo mitiga la acumulación de riesgos de manera preventiva a favor de la estabilidad del sistema financiero, sino que también permite la utilización de los recursos de la Comisión.
Para la Comisión ser más eficiente es imprescindible, considerando las nuevas facultades asumidas a partir de la Reforma Financiera y el incremento de sujetos bajo su supervisión.
Tan sólo para dimensionar hace cuatro años supervisábamos a 61 figuras jurídicas distintas; hoy son 77, que integran un universo de más de 5 mil sujetos supervisados y que concentran más del 130 por ciento del PIB nacional.
Este fenómeno se traduce en importantes retos que la Comisión enfrenta constantemente: uno, requerimos especialización para cada figura jurídica; dos, un creciente número de integrantes del sistema financiero mexicano, y tres, un aumento a los recursos administrados por el propio sistema.
Vale la pena señalar que estos retos los hemos enfrentado sin un aumento proporcional de nuestros recursos.
Hemos hecho, como lo dije antes, más eficientes los procesos y gracias a ellos hemos hecho más con lo mismo; sin embargo, debemos de buscar nuevas propuestas que permitan mantener a la Comisión a la par de los retos que enfrenta como lo ha hecho hasta ahora.
Señor Presidente, señoras y señores: Hoy México se encuentra bien posicionado para hacer frente a los desafíos internacionales, y una buena parte de la estabilidad macroeconómica se debe al buen manejo de la política monetaria por parte del Banco de México bajo el liderazgo del doctor Carstens Carstens, a quien aprovecho para felicitarlo por su extraordinario trabajo, dedicación y entrega por México, y le deseo el mejor de los éxitos en su nueva responsabilidad. Aprovecho, también, para agradecerle el apoyo y trabajo conjunto que siempre mantuvo con la Comisión.
También agradezco a Luis Robles por la labor conjunta que hemos realizado en el tiempo que ha estado al frente de la ABM y le deseo, por su parte, a Marcos Martínez el mayor de los éxitos, reiterándole el apoyo de la Comisión.
Por nuestra parte, continuaremos trabajando sabiendo que la protección, desarrollo y fortalecimiento de nuestro sistema financiero nunca es suficiente. Se trata una tarea dinámica que requiere de compromiso y de lealtad de todos los que participamos en él.
Muchas gracias.
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